No vayais a Nusa Penida

Nusa Penida….aiiiii Nusa Penida. No vayais nunca, nunca, nunca a Nusa Penida.

Llegamos aquí  por error, por caprichos del destino, porque el viaje nos lo estaba reservando. Pero empiezo por el principio.

Desde Kuta fuimos en taxi al puerto de Sanur, para coger un barco a Nusa Lembogan. Cuando llegamos allí empezamos a buscar el barco local, pero sólo encontramos barcos rápidos bastante caros y uno local que salía varias horas después. María y Antonio fueron a preguntar y conocieron a una pareja que vivía en Nusa Penida, una isla vecina a Lembogan. Yo estaba esperando con las mochilas en el puerto y cuando los vi llegar, sabía que traían buenas noticias. Les habían hablado muy bien de la isla y finalmente unos decidimos ir y otros fueron a Lembogan.

Compramos el billete de barco (fue difícil encontrarlo porque todo el mundo iba a Lembogan) por 150.000. En el barco ya se intuye lo que te vas a encontrar al llegar. Eramos los únicos turistas, el resto gente local. Al llegar nos alejamos del puerto y buscamos para alquilar unas motos, ya que la isla es grande para recorrerla a pie.

Y aquí comienza la aventura… Imaginate a 3 turistas, mochila al hombro, con todo el calor, en medio de gente local, que van pidiendo motos de alquiler a todo el que se cruza en el camino. Los locales les ofrecen su propia moto, pero a ellos les parece caro gastarse 50.000 al día. Siguen caminando, pensando que en cualquier momento van a aceptar el precio y se darán media vuelta…pero no…ahí están los 3 mochileros caminando sin rumbo por una carretera sin saber a dónde van y sin nadie que les siga. Y la moraleja, Nusa Penida es diferente, diferente para todo. Así que esos 3 mochileros se tuvieron que dar media vuelta y aceptar el precio que les habían dicho, después de hacer autostop y de que se dieran cuenta que no había muchos hoteles cerca.

Con la lección aprendida, y pensando que la tontería de cambiar de isla nos iba a salir caro, cogimos las motos y encontramos un hostel Yuda Home Stay por 33.000 la noche. Poco más de 2 euros. Encantados con la sorpresa y después de comer por menos de un euro, nos fuimos a recorrer la parte este de la isla.

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¿Qué os puedo contar para que os hagais una idea? Imaginaros una carretera estrecha y medio destartalada que bordea una costa. Que en la playa no haya ni un sólo turista. Que lo que hay son plantaciones de algas y gente local trabajando en ellas. Que cada persona con la que te cruzas tiene una sonrisa para tí, que cada niño que ves te choque las manos mientras tú vas en moto. Que cada 500 metros haya un templo diferente. Que al final de una carretera horrible, llena de baches y piedras, llegues a una playa de arena blanca con apenas gente y puedas dejar tus cosas en la arena mientras haces snorkel sin que pase nada. Y después de esto…no te queda más remedio…te enamoras de la isla. Sin otra opción, sin querer, inevitablemente.

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Pero áun hay más, Nusa Penida es más. Tiene playas, tiene un cráter en el que las olas rompen y se forma una piscina natural, natural pero salvaje como la isla. Porque aunque está a mucha altura, pudimos comprobar que las olas pegaban con fuerza.

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Y por supuesto tiene pozas naturales donde con mucho sigilo te puedes bañar (hay unas para mujeres y otra para hombres).

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Nusa Penida tiene tribus, que aunque no son como te las puedes imaginar rollo National Geographic, son tribus. Modernas, pero con sus costumbres, como por ejemplo reunirse los hombres del poblado a hacer luchas de escarabajos.

Nusa Penida es religión también. Con su templo en una cueva, te sorprende. Pudimos asistir a un rito o misa y fue muy místico. Al llegar al templo subes unas escaleras matadoras, te ponen una especie de falda con sus telas típicas, te bendicen y te dicen que te metas entre dos piedras por un agujero. Y cuando lo haces…tienes el templo en su interior. Grande, acogedor, oscuro, húmedo, salvaje…

Nusa Penida también es buceo. Hicimos la que es la inmersión más salvaje hasta el momento. Con corrientes, mucha corriente. Tanta que tuvimos que suspender la segunda inmersión porque el barco pensábamos que volcaba. Fue una imprudencia de la escuela, la cual no recomiendo para nada. Sobre todo porque no estaba preparada lo suficiente para ese tipo de buceo. Pero ya os la había dicho, no vengais. Porque no es para todos los públicos.

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Porque Nusa Penida no es apto para el turismo en masa. Es sólo para unos pocos. Unos pocos aventurer@s, que les guste lo salvaje, lo natural, lo inexplorado.

Asi que por favor, dejadla en paz, dejadla tal como está, tan inocente, tan mágica, tan desconocida. Y si después de todo, quereis venir, tratadla bien. Con amor, sin dejar huella. Pero tenedlo claro, os vais a enamorar. Será una relación efímera, pero que te dejará marcado de por vida.

Y así estos 3 mochileros pasaron los días, recorriendo cada rincón, cada lugar de este paraíso. Finalmente y con mucha pena, cogimos un barco desde el puerto de Sampalan a Padangbai, para desde allí coger otro hasta Lembar en Lombok.

Pero esto, como ya os imaginaréis, es otra aventura, que nos llevará a descubrir de primera mano las islas Gili.

Un saludo, aventurer@s!!!

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